sábado, 28 de abril de 2012

San Luis María Grignon de Montfort



          Hoy celebramos la fiesta de nuestro patrono San Luis María de Montfort, un gran devoto de la Virgen María. Aquí les dejamos una parte del "Tratado de la verdadera Devoción a la Santísima Virgen", escrito por él. Espero que les sirva para apoyar su devoción a nuestra Santísima Madre.

La verdadera devoción a la Santísima Virgen:

- Consiste en darse todo entero, como esclavo, a María y a Jesús por Ella; y en hacer todas las cosas con María, en María, por María y para María. Voy a explicar estas palabras.
- Hay que escoger un día señalado para entregarse, consagrarse y sacrificarse; y esto ha de ser voluntariamente y por amor, sin encogimiento, por entero y sin reserva alguna; cuerpo y alma, bienes exteriores y fortuna, como casa, familia, rentas; bienes interiores del alma, a saber: sus méritos, gracias, virtudes y satisfacciones.

Es preciso notar aquí que con esta devoción se inmola el alma a Jesús por María, con un sacrificio, que ni en orden religiosa alguna se exige, de todo cuanto el alma más aprecia; y del derecho que cada cual tiene para disponer a su arbitrio del valor de todas sus oraciones, limosnas, mortificaciones y satisfacciones; de suerte que todo se deja a disposición de la Virgen Santísima, que a voluntad suya lo aplicará, para la mayor gloria de Dios, que sólo Ella perfectamente conoce.
- A disposición María se deja todo el valor satisfactorio e impetratorio de las buenas obras; así que, después de la oblación que de ellas se ha hecho, aunque sin voto alguno, de nada de cuanto bueno hace es ya uno dueño; la Virgen Santísima puede aplicarlo; ya a un alma del purgatorio para aliviarla o libertarla, ya a un pobre pecador para convertirle.
- También nuestros méritos los ponemos con esta devoción en manos de la Virgen Santísima; pero es para que nos los guarde, aumente y embellezca; puesto que ni los méritos de la gracia santificante, ni los de la gloria podemos unos a otros comunicarnos.Le entregamos todas nuestras oraciones y obras buenas, en cuanto son satisfactorias e impetratorias, para que Ella las distribuya y aplique a quien le plazca. Y si después de estar así consagrados a la Santísima Virgen, deseamos aliviar algún alma del purgatorio, salvar a algún pecador, sostener a alguno de nuestros amigos con nuestras oraciones, mortificaciones, limosnas, sacrificios, preciso es pedírselo humildemente a Ella, y estar a lo que determine, aunque no lo conozcamos: bien persuadidos de que el valor de nuestras acciones, administrado por las mismas manos (las de la Virgen) de las que Dios se sirve para distribuirnos sus gracias y dones, no podrá menos de aplicarse a la mayor gloria suya.
-  He dicho que consiste esta devoción en entregarse a María en calidad de esclavo; y es de notar que hay tres clases de esclavitud. La primera es esclavitud de naturaleza; buenos y malos son de esta manera esclavos de Dios. La segunda es esclavitud forzada; los demonios y los condenados son de este modo esclavos de Dios. La tercera es esclavitud de amor y voluntad; y con ésta debemos consagrarnos a Dios por medio de María, del modo más perfecto en que una criatura puede entregarse a su Creador.
-  Debes tener en cuenta, además, que de criado a esclavo hay mucha diferencia. El criado pide paga por sus servicios; el esclavo, no. El criado está libre para dejar a su señor cuando quiera, y no le sirve sino a plazos, el esclavo no puede dejarle, pues se le ha entregado para siempre. El criado no da a su señor derecho de vida y muerte sobre su persona; el esclavo se le entrega por completo, de suerte que su señor puede hacerle morir sin que la justicia le inquiete. Fácilmente se echa de ver que el esclavo forzado vive en la más estrecha de las sujeciones. Tal, que sólo puede convenir al hombre respecto de su Creador.
- ¡Feliz y mil veces feliz el alma generosa que se consagra a Jesús por María, como esclava de amor, después de haber sacudido en el bautismo la esclavitud tiránica del demonio!



"A quien Dios quiere hacer muy santo, lo hace muy devoto de la Virgen María".
San Luis Grignon de Montfort

domingo, 8 de abril de 2012

Domingo de Resurrección


         ¡¡FELICES PASCUAS A TODOS!!


Mientras estaban desconcertadas a causa de esto, se les aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes. Como las mujeres, llenas de temor, no se atrevían a levantar la vista del suelo, ellos les preguntaron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado. Recuerden lo que él les decía cuando aún estaba en Galilea: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores, que sea crucificado y que resucite al tercer día"


 
                       
<<En Cristo lo tenemos todo... Cristo es todo para nosotros. Si deseas curarte una herida, Él es el médico; si ardes de fiebre, Él es el manantial que reanima; si te abruma la culpa, Él es la justificación; si necesitas ayuda, Él es la fuerza; si temes a la muerte, Él es la vida; si deseas el cielo, ÉL es el camino; si huyes de las tinieblas, Él es la luz; si necesitas alimento, Él es la comida>>

viernes, 6 de abril de 2012

Viernes Santo


"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"
Somos hombres, Señor, perdónanos: por no saber decirte nada, por ser avaros de nuestro tiempo y no tenerlo para encontrarnos contigo.
Somos hombres, Señor, perdónanos: por esconder la claridad del Evangelio,
por nuestras cobardías y nuestros compromisos con el pecado.
Perdónanos, Señor, por nuestras faltas de amor, nuestros arrebatos, nuestros prejuicios, nuestra indiferencia, y todo lo que mata el amor.
Perdónanos, Señor,  por no saber perdonar, por no saber reconciliarnos con nosotros mismos, y, menos aún, con los otros.
¿Cuándo será que sabremos amar como Tú amas? ¿Cuándo será que sabremos amar al otro por él y por Ti? Perdona la fealdad de nuestra mirada. Somos hombres, Señor, perdónanos.

"Hoy estarás conmigo en el Paraíso" 
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos, para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras, para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos, para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso, para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincero incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo mismo me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.

"He aquí a tu hijo: he aquí a tu Madre" 
Préstame, Madre, tus ojos para con ellos mirar, porque si por ellos miro nunca volveré a pecar.
Préstame, Madre, tus labios para con ellos rezar, porque si con ellos rezo Jesús me podrá escuchar.
Préstame, Madre, tu lengua para poder comulgar pues es tu lengua patena de amor y de santidad.
Préstame, Madre, tus brazos para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame, Madre, tu manto para cubrir mi maldad pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame, Madre a tu Hijo para poderlo yo amar, si Tu me das a Jesús, ¿Que mas puedo yo desear?
Y esa será mi dicha por toda la eternidad.


"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" 
Tengo mil dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón maternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.



"Tengo sed" 
Nos haces falta tú, Señor, pues tenemos sed, Señor, mucha sed, por tantas y tantas necesidades, que no logramos satisfacer.
Nos hacen falta muchas cosas pero más que nada nos hace falta tu gracia, tu amor y tu paz.
Nos haces falta tú, Señor, en nuestra vida; tu ausencia es peor que la sed inapagable que está quemando nuestro ser.
Nos hace falta el agua viva que nos da la certeza de un futuro de vida.
Nos hace falta sobre todo sentirnos unidos a Ti, para saber compartir y saciar nuestra sed.



"Todo está consumado" 
Cuantas veces, Señor, no hemos sido fieles, no hemos sido realistas frente a las cosas!
Cuantas veces hemos creído poco en la inagotable fuerza de vida que deriva de la cruz!
Concédenos Señor, que, al contemplarla, nos sintamos amados por Ti, amados por Dios, hasta el fondo, tal como somos; y creamos que por la fuerza de la cruz existe en nosotros una capacidad nueva de dedicarnos a los hermanos, según aquel estilo y aquel modo que nos enseña y comunica la cruz.
Danos, Señor, descubrir que la cruz hace nacer de verdad un hombre nuevo dentro de nosotros, suscita nuevas formas de vida entre los hombres, conviértete en el preludio, la promesa y la anticipación de aquélla vida plena que explotará en el misterio de la resurrección. Nos arrodillamos ante la Cruz con María y pedimos que comprendamos, como ella comprendió, el misterio que transforma el corazón del hombre y que transforma al mundo. Jesús cuando seas levantado en tu cruz atráeme hacia Ti.


"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu"
En tus manos Padre Santo y Misericordioso, ponemos nuestra vida, Tú nos la diste, Guíala y llénala de tus dones. Tú estás a nuestro lado, como roca sólida y amigo fiel, aún cuando nos olvidamos de tí. Pero ahora volvemos a tí. Queremos agarrarnos a la guía segura de tus manos, que nos conducen a la Cruz. Sentimos la necesidad de meditar y de callar mucho, sentimos también la necesidad de hablar para darte gracias. Y para dar a conocer a todos los hombres las maravillas de tu amor. Nos separamos de ti, fuente de la vida, y encontramos la muerte. Tu Hijo sin embargo no se paró ante el pecado y la muerte, sino que con la fuerza del amor, destruyó el pecado, redimió el dolor, venció la muerte. La Cruz de Cristo nos revela que tu amor, es más fuerte que todo, el don misterioso y fecundo, que mana de la cruz. Es el Espíritu Santo, que nos hace partícipes, de la obediencia filial de Jesús, Nos comunica tu voluntad de atraer a todo hombre a la alegría de una vida reconciliada y renovada por el AMOR.


jueves, 5 de abril de 2012

Jueves santo


El Jueves Santo recordamos la cena muy especial en que Jesús se reunió con sus apóstoles para celebrar la Pascua, una fiesta muy importante para el pueblo judío.

Al finalizar la cena, Jesús tomó un pan y un cáliz con vino. Diciendo: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”. “Tomad y bebed todos de él, porque este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados.” Después les dijo a sus apóstoles: “Haced esto en memoria mía”. En este momento queda instituido el Sacramento de la Eucaristía. Esta es la primera misa que se celebró. Ahora son los sacerdotes y Obispos los que consagran el pan y el vino, y celebran la misa.

El Sacramento de la Eucaristía es el sacramento por excelencia, porque bajo las especies de pan y vino, se encuentra la presencia real de Cristo, de su Cuerpo y de Su Sangre.

Es el sacramento del amor de Cristo, ya que Él quiso quedarse de manera permanente con nosotros, instituye el sacramento y se queda con nosotros en el Sagrario. Cristo quiere que lo visitemos cada vez que podamos en el Sagrario.

En estas visitas a Jesús debemos decirle lo mucho que lo amamos, agradecerle todo lo que nos ha dado, adorarle por ser nuestro Dios y Salvador, y pedirle por los demás y por nuestras necesidades. 

En la Última Cena Jesús nos deja un nuevo mandamiento: amaos unos a otros como Yo os he amado. Si hacemos esto, estamos cumpliendo con el deseo de Jesús y así somos sus amigos.





domingo, 1 de abril de 2012

Domingo de Ramos


El Domingo de Ramos recordamos cuando Jesús llegaba a Jerusalén para celebrar la pascua junto a sus díscipulos.

Jesús les pidió a sus discípulos traer un burrito y lo montó. Antes de entrar en Jerusalén, la gente tendía sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de árboles alfombrando el paso, tal como acostumbraban saludar a los reyes.

Los que iban delante y detrás de Jesús gritaban:
"¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las alturas!"

Entró a la ciudad de Jerusalén, que era la ciudad más importante y la capital de su nación, y mucha gente, niños y adultos, lo acompañaron y recibieron como a un rey con palmas y ramos gritándole “hosanna” que significa “Viva”. La gente de la ciudad preguntaba ¿quién es éste? y les respondían: “Es el profeta Jesús, de Nazaret de Galilea”. Esta fue su entrada triunfal.

La muchedumbre que lo seguía estaba formada por hombres, mujeres y niños, cada uno con su nombre, su ocupación, sus cosas buenas y malas, y con el mismo interés de seguir a Jesús. Algunas de estas personas habían estado presentes en los milagros de Jesús y habían escuchado sus parábolas. Esto los llevó a alabarlo con palmas en las manos cuando entró en Jerusalén.

¿Pero... qué significado tiene esto en nuestras vidas? Es una oportunidad para proclamar a Jesús como el rey y centro de nuestras vidas. Debemos parecernos a esa gente de Jerusalén que se entusiasmó por seguir a Jesús. Decir “viva Jesús, viva el rey...” Es un día en el que le podemos decir a Jesús que nosotros también queremos seguirlo. Que queremos que sea el rey de nuestra vida, de nuestra familia, de nuestra patria y del mundo entero. Queremos que sea nuestro amigo en todos los momentos de nuestra vida.


                         

 
¡Bendito es el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna! ¡Viva Jesús! ¡Viva!