domingo, 6 de noviembre de 2011

Experiencia de una Legionaria después de la JMJ Madrid 2011

     El día 16 por la mañana salíamos muy ilusionados hacía Madrid. El camino se me hizo corto la verdad, no podía dejar de pensar en cómo sería lo que iba a acontecer en esos días.   
    Llegamos y comimos, nos acogieron muy amablemente en el colegio de la Asunción, ¡hasta nos daban helados de postre!, después salimos directos a recoletos desde donde vimos por pantallas la misa de bienvenida que ofició el Cardenal Rouco. Ya se olía el ambiente en esos días anteriores a la venida del Papa, en el metro era increíble ver como gente de diferentes nacionalidades cantaba al unísono: ¡Esta es la juventud del Papa!, pero lo mejor estaba por llegar. Cada mañana teníamos catequesis con los obispos, dónde aunque con sueño, nos enriquecíamos con sus conocimientos. 
     Y por fin, llegó el día, era el 18 el acto de bienvenida del Papa y allí estábamos, en la Puerta de Alcalá esperando ver aparecer el Papa móvil, fue impresionante como en un momento todo el mundo se revolucionó y allí lo vi… sin una pantalla de por medio… Al día siguiente el Vía Crucis, con ¡Nuestro Nazareno!, fue impresionante el discurso del Papa y ver los pasos, aunque una vez más tuvo que ser a través de pantallas. 
     Y por último, y lo más especial, llego el día de partir hacia cuatro vientos, preparamos mochilas y nos dirigimos hacia allí. La gente era muy amable, lanzándonos agua desde balcones, ventanas o con mangueras, sin duda lo necesitábamos, el calor era insufrible. Y allí llegamos, nos pusimos tristes… tuvimos que quedarnos en el lugar de los no acreditados… pero aún así vivimos la vigilia intensamente… la tormenta… el cielo rojo… no sabíamos que iba a pasar, algunos tenían miedo… pero sin duda era el mejor sitio donde podíamos estar… allí estaba con nosotros el Señor, porque si donde dos se reúnen en su nombre allí está Él… sin duda con dos millones de peregrinos, allí tenía que estar ayudándonos y así lo hizo… la tormenta paró y el silencio en la adoración se hizo notar. Después de la celebración… cantos y bailes y… a descansar.
       A la mañana siguiente nos despertamos con un buenos días… y una mujer polaca que se había perdido!! Y en ese momento aterrizamos… se acababa ya era la misa y volver a recoger las cosas para volver de vuelta a León… todo pasó rápido… pero fue muy intenso y sin duda una experiencia inolvidable en la vida. Me he dejado muchos detalles por contar pero, quiero resumir esos días en una palabra, que lo que a mí me ha dado: ESPERANZA.
                                                           Aitana Alonso Nogueira

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