viernes, 6 de abril de 2012

Viernes Santo


"Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen"
Somos hombres, Señor, perdónanos: por no saber decirte nada, por ser avaros de nuestro tiempo y no tenerlo para encontrarnos contigo.
Somos hombres, Señor, perdónanos: por esconder la claridad del Evangelio,
por nuestras cobardías y nuestros compromisos con el pecado.
Perdónanos, Señor, por nuestras faltas de amor, nuestros arrebatos, nuestros prejuicios, nuestra indiferencia, y todo lo que mata el amor.
Perdónanos, Señor,  por no saber perdonar, por no saber reconciliarnos con nosotros mismos, y, menos aún, con los otros.
¿Cuándo será que sabremos amar como Tú amas? ¿Cuándo será que sabremos amar al otro por él y por Ti? Perdona la fealdad de nuestra mirada. Somos hombres, Señor, perdónanos.

"Hoy estarás conmigo en el Paraíso" 
Ayúdame, oh Señor, a que mis ojos sean misericordiosos, para que yo jamás recele o juzgue según las apariencias, sino que busque lo bello en el alma de mi prójimo y acuda a ayudarle.
Ayúdame, oh Señor, a que mis oídos sean misericordiosos, para que tome en cuenta las necesidades de mi prójimo y no sea indiferente a sus penas y gemidos.
Ayúdame, oh Señor, a que mi lengua sea misericordiosa, para que jamás hable negativamente de mi prójimo, sino que tenga una palabra de consuelo y de perdón para todos.
Ayúdame, oh Señor, a que mis manos sean misericordiosas y llenas de buenas obras, para que sepa hacer sólo el bien a mi prójimo y cargar sobre mí las tareas más difíciles y penosas.
Ayúdame, oh Señor, a que mis pies sean misericordiosos, para que siempre me apresure a socorrer a mi prójimo, dominando mi propia fatiga y mi cansancio. Mi reposo verdadero está en el servicio a mi prójimo.
Ayúdame, oh Señor, a que mi corazón sea misericordioso, para que yo sienta todos los sufrimientos de mi prójimo. A nadie le rehusaré mi corazón. Seré sincero incluso con aquellos de los cuales sé que abusarán de mi bondad. Y yo mismo me encerraré en el misericordiosísimo Corazón de Jesús. Soportaré mis propios sufrimientos en silencio. Que tu misericordia, oh Señor, repose dentro de mí.

"He aquí a tu hijo: he aquí a tu Madre" 
Préstame, Madre, tus ojos para con ellos mirar, porque si por ellos miro nunca volveré a pecar.
Préstame, Madre, tus labios para con ellos rezar, porque si con ellos rezo Jesús me podrá escuchar.
Préstame, Madre, tu lengua para poder comulgar pues es tu lengua patena de amor y de santidad.
Préstame, Madre, tus brazos para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame, Madre, tu manto para cubrir mi maldad pues cubierto con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame, Madre a tu Hijo para poderlo yo amar, si Tu me das a Jesús, ¿Que mas puedo yo desear?
Y esa será mi dicha por toda la eternidad.


"Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" 
Tengo mil dificultades: ayúdame.
De los enemigos del alma: sálvame.
En mis desaciertos: ilumíname.
En mis dudas y penas: confórtame.
En mis enfermedades: fortaléceme.
Cuando me desprecien: anímame.
En las tentaciones: defiéndeme.
En horas difíciles: consuélame.
Con tu corazón maternal: ámame.
Con tu inmenso poder: protégeme.
Y en tus brazos al expirar: recíbeme.



"Tengo sed" 
Nos haces falta tú, Señor, pues tenemos sed, Señor, mucha sed, por tantas y tantas necesidades, que no logramos satisfacer.
Nos hacen falta muchas cosas pero más que nada nos hace falta tu gracia, tu amor y tu paz.
Nos haces falta tú, Señor, en nuestra vida; tu ausencia es peor que la sed inapagable que está quemando nuestro ser.
Nos hace falta el agua viva que nos da la certeza de un futuro de vida.
Nos hace falta sobre todo sentirnos unidos a Ti, para saber compartir y saciar nuestra sed.



"Todo está consumado" 
Cuantas veces, Señor, no hemos sido fieles, no hemos sido realistas frente a las cosas!
Cuantas veces hemos creído poco en la inagotable fuerza de vida que deriva de la cruz!
Concédenos Señor, que, al contemplarla, nos sintamos amados por Ti, amados por Dios, hasta el fondo, tal como somos; y creamos que por la fuerza de la cruz existe en nosotros una capacidad nueva de dedicarnos a los hermanos, según aquel estilo y aquel modo que nos enseña y comunica la cruz.
Danos, Señor, descubrir que la cruz hace nacer de verdad un hombre nuevo dentro de nosotros, suscita nuevas formas de vida entre los hombres, conviértete en el preludio, la promesa y la anticipación de aquélla vida plena que explotará en el misterio de la resurrección. Nos arrodillamos ante la Cruz con María y pedimos que comprendamos, como ella comprendió, el misterio que transforma el corazón del hombre y que transforma al mundo. Jesús cuando seas levantado en tu cruz atráeme hacia Ti.


"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu"
En tus manos Padre Santo y Misericordioso, ponemos nuestra vida, Tú nos la diste, Guíala y llénala de tus dones. Tú estás a nuestro lado, como roca sólida y amigo fiel, aún cuando nos olvidamos de tí. Pero ahora volvemos a tí. Queremos agarrarnos a la guía segura de tus manos, que nos conducen a la Cruz. Sentimos la necesidad de meditar y de callar mucho, sentimos también la necesidad de hablar para darte gracias. Y para dar a conocer a todos los hombres las maravillas de tu amor. Nos separamos de ti, fuente de la vida, y encontramos la muerte. Tu Hijo sin embargo no se paró ante el pecado y la muerte, sino que con la fuerza del amor, destruyó el pecado, redimió el dolor, venció la muerte. La Cruz de Cristo nos revela que tu amor, es más fuerte que todo, el don misterioso y fecundo, que mana de la cruz. Es el Espíritu Santo, que nos hace partícipes, de la obediencia filial de Jesús, Nos comunica tu voluntad de atraer a todo hombre a la alegría de una vida reconciliada y renovada por el AMOR.


No hay comentarios:

Publicar un comentario