Cuando regresaba esta tarde para
casa, me encontré algo que me sorprendió bastante. Y no solo a mí, sino a toda
la gente que se encontraba tomando un café en la calle que hay bajando de la
catedral hacia Ordoño. ¿Qué sucedió? ¿Qué vi? Nada más ni menos que la alegría
de la fe. Pero antes de continuar detallando todo, permitirme contaros un
sencillo cuento que versa sobre la fe:
El pequeño Roberto asistía a la primaria y
la maestra les encargó una tarea: “investigan qué es la fe en Dios”. Intrigado,
de regreso a casa le preguntó a su tío “¿Qué es la fe en Dios? Me la dejaron de
tarea en la escuela”.
Con una amplia sonrisa, su tío le respondió:
“¿En verdad quieres saber lo que es la fe en Dios?”. “Si”, respondió Roberto. Bien,
vamos a la playa y te lo enseñaré. Roberto vivía en las paradisíacas playas de
Cancún. Una vez que llegaron, le entregó el chaleco salvavidas y las aletas. “Pero
yo no se nadar” dijo Roberto.
“Lo se”, le dijo el tío, “póntelos de todas
maneras”. Lo hizo. “Ahora, comienza a
caminar hacia el mar de espaldas. Llegará un momento en el que sentirás que tus
pies no tocan tierra. Déjate ir y arrójate de espaldas. No te hundirás, ya que
el chaleco te hará flotar”.
Roberto estaba aterrado “No tío, no quiero”.
“¡Hazlo!” Le respondió “Estaré junto a ti para que no temas. Así que
tranquilo”. Roberto confió en su tío. Mientras caminaba de espaldas llegó un
momento en el que sintió que no tocaba tierra. Dudó. Pero recordó las palabras
de su tío, aparte de que lo tenía cerca.
En un acto de valor, dio el siguiente paso
¡Ya no tocaba tierra! Sin embargo, flotó en el mar gracias al chaleco. Se sintió
emocionado ante la experiencia y feliz. Ambos salieron del mar. Camino a casa,
su tío le explico: “En esto consiste la fe en Dios: el mar representa la vida.
Yo represento a Dios y el chaleco representa la fe. Cuando te adentres en el
mar de la vida y sientas que la lógica no puede ayudarte a salir a flote de tus
problemas, hasta perder el piso, debes creer que el chaleco de la fe te
salvará. Dios estará siempre cerca de ti, pero depende de que te atrevas a dar
el primer paso de confiar en EL, vistiéndote el chaleco de la fe y arrojándote
con el, para que puedas flotar en el mar de la vida con total paz y
tranquilidad”. Roberto quedó maravillado con la explicación de su tío y le dio
las gracias. Cabe mencionar que la maestra quedó impresionada con la tarea y
sacó la nota más alta de la clase.
La fe es algo que empuja nuestra
vida hacia alguien o hacia algo. En nuestro caso es hacia Alguien, con
mayúscula. Es decir, hacia Cristo y éste resucitado. Eso es lo que unos
simpáticos peregrinos de Estados Unidos manifestaron ayer tarde de forma
pública por nuestras calles de León. Cerca de 20 chicos se pusieron a cantar y
danzar en medio de las calles. Con piruetas, saltos de acrobacia y al compás de
unos timbales y una mandolina, comenzaron a cantar canciones religiosas,
entonando de forma única el cántico del Magnificat. Y tras las canciones el
testimonio de fe: “Somos de una escuela católica de Estados Unidos que nos
encontramos aquí para hacer el Camino de Santiago”.
Hace falta fe, una fe profunda y
convincente para ponerse en medio de las plazas y de las calles para entonar
canciones de fe ante la mirada atónita de las personas que pasábamos por allí
en esas entremedias. Hace falta estar enamorados de Dios para lanzarse a
danzar. En definitiva, esa expresión de alegría es fruto de una experiencia de
Dios y de tener un deseo que se transforma en opción por Dios y su Evangelio.
La fe es dinamismo, es vitalidad.
La fe es un don divino por el que creemos en Dios tal y como él se presenta. La
fe para Juan de la Cruz
no se trata de “sentir” en contraposición a “no sentir”; se trata de “realidad”
en contraposición a “pura teoría”. Es decir, la fe no consiste en un creer
porque así lo dicen que es, sino en un creer porque realmente he tenido
experiencia de Dios en mi vida.
Pero la fe, nos recuerda San Juan
de la Cruz
también es oscura. ¿La razón? Porque
alumbra mucho. La fe es oscura, no porque Dios esté lejos, sino porque está
muy, muy cerca; tan cerca como el alma. Es en fe donde Dios está “comunicándose
al alma”.
¿Trato de que mi fe sea un lugar
de autentico encuentro con Dios? ¿Qué hago para cuidarla? Mi fe ¿se basa en “lo
dicho solamente” o por el contrario, se basa en una experiencia viva de Dios
que nace del encuentro con la
Palabra de Dios y del contacto con los Sacramentos?
Fr. David Mª Alarcón Losa. OCD
Es una historia preciosa y con un mensaje claro, me encanta y viene muy bien para este año dedicado a la Fe.
ResponderEliminarGracias por compartir esta experiencia.
Muchos besos y abrazos a todos de parte de los juveniles y jovenes de la Legión de Ourense