domingo, 11 de agosto de 2013


Madre mía del cielo querida
aquí vengo a tus plantas a orar;
quiero darte, mil gracias, oh Madre,
y mi vida ofrendarte en tu altar.
Cuando el viento azotaba mi barca
abrumada por la adversidad,
fuiste Tú, Madre buena invisible,
suave brisa de amor y bondad.
Eres Tú quien alumbras mi noche,
dulce estrella de mi caminar,
eres Tú quien conduces al puerto
donde brilla la luz de un hogar.
Eres Tú quien vigila mis pasos
y me aparta del fango del mal,
eres Tú quien me vela y me cuida
mientras busco una patria eternal.
Tú jamás abandonas ni olvidas,
Tú eres ya mi refugio y mi lar,
Tú que tienes ternura y esperas
a pesar de mi pobre bogar.
¡Mientras un corazón de tal Madre
siga ardiente en su palpitar, 
será bella y muy dulce la vida
 inundada del gozo de amar!

Sor Mª Teresa de la Inmaculada
Fuente: FF, Clarisas Descalzas (León) 

No hay comentarios:

Publicar un comentario