miércoles, 30 de mayo de 2012
Al igual que un refresco, el Espíritu Santo nos refresca, nos recicla, nos ayuda a digerir los malos momentos, nos sacia la sed, nos hincha de amor, nos ilusiona, nos despierta algo en nuestro interior, es el mejor regalo del mundo, el mejor premio, nos despierta la fe cuando estamos un poco dormidos, se entrega a nosotros, baja a nosotros y luego vuelve a subir.... en definitiva, bebamos de este refresco, de la marca Espíritu Santo, para renovar nuestras fuerzas, gracias a Él.
domingo, 20 de mayo de 2012
El camelo de los caramelos
Había una vez un hombre que siempre se encontraba enfermo aunque nada le dolía, se sentía permanentemente debilucho.
- ¡Ay, qué malito estoy! - se quejaba.
- Pero ¿Qué te duele?
- Nada, pero... ¡ay qué malito estoy!
- Chico, pues si te encuentras tan mal deberías ir al médico.
Por fin el hombre fue al médico y le explicó lo que le pasaba, el médico le recetó unas pastillas mágicas.
- Cuando usted tenga que hacer algún esfuerzo y se encuentre débil, sólo tiene que tomarse una de estas pastillas y verá cómo se siente fuerte.
El hombre se fue a casa y al llegar, su mujer le pidió que le ayudase a subir unas cajas grandes al desván. Como el hombre se sentía débil, se tomó una de las pastillas y de pronto encontró fuerzas para transportar las cajas. Su mujer le propuso ir de excursión al campo y al hombre eso de andar por las montañas le parecía un esfuerzo insuperable, pero se tomó una pastilla y subió tranquilamente a un monte altísimo. Al día siguiente no le apetecía nada ir a trabajar. Se tomó una pastilla y fue al trabajo tan contento. El hombre estaba tan feliz, que cuando se le acabaron las pastillas, volvió al médico para pedirle más y para que le dijese de qué estaban hechas.
- Le he engañado, todo ha sido un camelo: eran caramelos... - dijo el médico.
- ¿Caramelos? - preguntó el hombre muy sorprendido. - ¿Y por qué me dan tanta fuerza?
- Porque le dan confianza. Cuando usted se toma uno de esos caramelos, lo único que hace es convencerse de que puede hacer cualquier cosa que se proponga.
El hombre entendió que realmente no estaba enfermo, solo se lo imaginaba. Y ya no necesitó más pastillas, porque comprendió que la medicina es confiar en uno mismo. La fuerza... ¡está dentro de nosotros!
Debemos hacer esto mismo con el Señor: confiar en Él, saber que SIEMPRE está a nuestro lado apoyándonos.
- ¡Ay, qué malito estoy! - se quejaba.
- Pero ¿Qué te duele?
- Nada, pero... ¡ay qué malito estoy!
- Chico, pues si te encuentras tan mal deberías ir al médico.
Por fin el hombre fue al médico y le explicó lo que le pasaba, el médico le recetó unas pastillas mágicas.
- Cuando usted tenga que hacer algún esfuerzo y se encuentre débil, sólo tiene que tomarse una de estas pastillas y verá cómo se siente fuerte.
El hombre se fue a casa y al llegar, su mujer le pidió que le ayudase a subir unas cajas grandes al desván. Como el hombre se sentía débil, se tomó una de las pastillas y de pronto encontró fuerzas para transportar las cajas. Su mujer le propuso ir de excursión al campo y al hombre eso de andar por las montañas le parecía un esfuerzo insuperable, pero se tomó una pastilla y subió tranquilamente a un monte altísimo. Al día siguiente no le apetecía nada ir a trabajar. Se tomó una pastilla y fue al trabajo tan contento. El hombre estaba tan feliz, que cuando se le acabaron las pastillas, volvió al médico para pedirle más y para que le dijese de qué estaban hechas.
- Le he engañado, todo ha sido un camelo: eran caramelos... - dijo el médico.
- ¿Caramelos? - preguntó el hombre muy sorprendido. - ¿Y por qué me dan tanta fuerza?
- Porque le dan confianza. Cuando usted se toma uno de esos caramelos, lo único que hace es convencerse de que puede hacer cualquier cosa que se proponga.
El hombre entendió que realmente no estaba enfermo, solo se lo imaginaba. Y ya no necesitó más pastillas, porque comprendió que la medicina es confiar en uno mismo. La fuerza... ¡está dentro de nosotros!
Debemos hacer esto mismo con el Señor: confiar en Él, saber que SIEMPRE está a nuestro lado apoyándonos.
miércoles, 16 de mayo de 2012
La mayoría de tardes, cuado voy de camino al trabajo, me encuentro con una bella imagen que me llama la atención por la ternura que transmite. Se trata de un abuelo que lleva al nieto a clase. Pero eso sí, no pienses que se trata de la típica escena que podemos observar cerca de la entrada de un colegio, no. El colegio hacia donde se dirige el abuelo con su nieto le queda más o menos a unos 10 minutos desde el lugar donde nos solemos cruzar. Y ¿Sabes por qué me llama tanto la atención? Es muy sencillo. El niño que tiene unos 3 años va plácidamente dormido en los brazos de su abuelo, recostando su cabeza en el hombro derecho del abuelo.
La primera vez que vi la imagen me enterneció, las otras veces me llenaban de paz. Ahora de Dios. Veo al niño plácidamente dormido, se fía de su abuelo, se siente tranquilo, no tiene ningún problema, no tiene que caminar, “le llevan”. Y el abuelo camina tan feliz hacia su destino. De vez en cuando, retira su mirada del frente para fijarse en su nieto, para observar ese sueño tan profundo, al tiempo que, la sonrisa se le dibuja en el rostro.
La escena que resulta tan hermosa, es para mí toda una lección de confianza, de cariño y de amor. ¿Soy como ese niño que es capaz de dormirse y de abandonarse en otros brazos que no son sus brazos? Muchas veces queremos hacer las cosas por nuestras propias fuerzas. Por nosotros mismos. ¿Me pongo realmente en las manos de Dios? ¿Dejo que sea él quien me guíe en mí caminar? O por el contrario ¿soy yo quien marca el camino y luego obligo a Dios a caminar por el mío?
Ponerse en las manos de Dios es abandonarte en él. Eso no significa que nos tengamos que quedar de brazos cruzados. Si creemos que Dios es amor y nos ama con todo su amor, la conclusión lógica es que podemos abandonarnos tranquilamente en sus manos, sabiendo que Él piensa en nosotros y nos cuida y quiere lo mejor para nosotros. Ponerse en las manos de Dios es lo mismo que fiarse de Dios. Es aceptar su voluntad en cada instante. Es dejarse llevar sin preguntar a dónde ni porqué. Es entregarle la responsabilidad de la vida. Algo así como firmarle un cheque en blanco. Ponerse en sus manos significa estar en permanente actitud de escucha y de apertura a su voluntad en cada momento.
Dejemos que Él piense por nosotros. Dejémosle actuar y confiemos en Él. Podemos estar seguros que será la mejor decisión de nuestra vida, porque Dios necesita tener las manos libres para hacer de nuestras vidas, de tu vida y de la mía, una obra de arte. Podemos estar seguros que el Señor nunca nos va a fallar ni nos va a engañar.
Y, en los momentos difíciles, cuando todo parezca oscuro y no sintamos la mano de Dios en nuestra vida, cuando parezca que se ha olvidado de nosotros, piensa y dite a ti mismo: “Sé valiente, ten ánimo, confía en el Señor” (Salmo 26).
Y recordad las palabras de Ignacio de Loyola:
Toma, Señor, y recibe
toda mi libertad, mi memoria,
mi entendimiento
y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer.
Tú me lo diste,
a ti, Señor, lo torno.
Todo es tuyo.
Dispón de todo según tu voluntad.
Dame tu amor y tu gracia,
que ésta me basta.
Fr. David Mª Alarcón Losa. OCD
domingo, 13 de mayo de 2012
Nuestra Señora de Fatima
¡Oh, dulce Corazón de María, sed la salvación mía!
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Madre mía, también os pido por mis padres, para que vivan unidos en el amor; por mis hermanos, familiares y amigos, para que viviendo unidos en familia un día podamos gozar con Vos en la vida eterna.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Os pido de un modo especial por la conversión de los pecadores y la paz del mundo; por los niños, para que nunca les falten los auxilios divinos y lo necesario para sus cuerpos, y un día conseguir la vida eterna.
Padre nuestro, Avemaría y Gloria.
Oh, Madre mía, sé que escucharás, y me conseguirás estas y cuantas gracias te pida, pues las pido por el amor que tienes de tu Hijo Jesús. Amén.
¡Madre mía, aquí tienes a tu hijo, sé tú mi Madre!
sábado, 12 de mayo de 2012
Edel Mary Quinn
Hoy hace 68 años de la muerte de
Sin ninguna
duda Edel Quinn entregó su vida entera al servicio de Cristo a través de María
en su apostolado de la Legión. Su
devoción por Cristo, su dedicación a su trabajo incluso cuando estaba en un
país extraño y enferma, su sumisión a la Divina Providencia ,
todo nos muestra una vida santa. Ella cumplió esta misión con tal devoción y
coraje que estimula los corazones y deja a la Legión de María en deuda con ella para
siempre.
Frank Duff
estaba convencido de que Edel sería canonizada, considerando que ella tenía
todas las cualidades esenciales de la santidad. El dijo de ella lo
siguiente: "Ella vió una estrella y quiso ir a cogerla y atravesaría bosques y
montañas hasta alcanzarla, dispuesta a emprender cualquier cosa, deseosa de
soportar lo que hiciera falta. Ella amaba a Dios verdaderamente con todo su
corazón, con toda su alma. Ella nunca pensaba en sí misma sino que siempre
estaba profundamente preocupada por todos los demás. Y siempre estaba tan
alegre."
El 15 de
Diciembre de 1994, el Papa Juan Pablo II en una asamblea especial de los
Cardenales y otros miembros de la Congregación para las Causas de los Santos hizo
la siguiente declaración solemne: “Es seguro que la Sierva de Dios Edel Mary
Quinn, una virgen secular de la
Legión de María, practicó en un grado heroico las virtudes
teologales de fe, esperanza y caridad hacia Dios y hacia su prójimo y por tanto
las virtudes cardinales de prudencia, justicia, fortaleza y templanza.” Juan
Pablo II ordenó que el Decreto fuese publicado e insertado en las Actas de la Congregación. Por
esta declaración de su destacada santidad Edel Quinn lleva ahora el título de
Venerable.
Nosotros
seguimos por tanto orando sin descanso para que la causa de su canonización se vea
cumplida pronto. Se anima a todos los legionarios y también a todos los
cristianos a continuar rezando por la canonización de la Venerable Edel Quinn:
"Jesús, modelo y autor de toda santidad, Tú que infundiste en el alma de tu sierva, Edel Mary Quinn, el espíritu de mortificación y amor de tu cruz, y olvido de sí misma y el total abandono en tus adorables manos, e inflamaste su corazón en el celo ardiente por la salvación de las almas; dignate si es de Tu adorable beneplácito, hacer brillar a los ojos de los cristianos estas virtudes practicadas en grado heroico par tu sierva, para que señalen el verdadero y único camino de salvación a cuantos te reconocen par Maestro, y alienten y estimulen en el apostolado a cuantos como ella militen a la sombra de la enseña gloriosa de la Inmaculada en la Legión de María. Amén."
sábado, 5 de mayo de 2012
El amor y cuidado de una madre comienza incluso antes de nacer. Con María comienza con una humilde obediencia a la voluntad de Dios. Cuando ella aprendió su papel de traer a Jesús al mundo, ella le contestó al ángel: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra". Tan asustada como ella debería haber estado por ver un ángel, ella respondió el llamado de Dios al deber. Ella cuidó de su hijo todavía no nacido cuando ella visitó a su prima Isabel. Incluso mientras ella estaba embarazada, ayudaba a su prima en los últimos meses antes de que Isabel diera a luz a Juan el Bautista. María siguió las costumbres de adoración cuando trajo a Jesús para ser circuncidado de acuerdo con la ley.
María protegió al bebé Jesús del daño huyendo a Egipto cuando un ángel le advirtió a José que el Rey Herodes trataría de destruirlo.. Ella llevó a Jesús a la Fiesta de Pascua donde él permaneció en el templo cuando tenía doce años. Era importante para ella llevar al niño al templo, así como las madres llevan hoy a la iglesia a sus hijos. Ella atendió la bodas de Caná y alentó a su hijo para realizar su primer milagro. Las madres nos animan para que hagamos lo mejor. Ella siempre estaba atenta para su seguridad. Una vez, cuando él tenía mucha gente siguiéndolo ellos no podían entrar a la casa porque estaba muy llena, y ella quería estar segura que él estaba bien. Las madres naturalmente estarán atentas para nuestra seguridad.
María siguió a Jesús a la cruz y observó horrorizada como ellos crucificaban al Señor de la Vida. Ella amó a su hijo y debe haber llorado mientras que él confió su cuidado a Juan. Ella visitó el sepulcro en la mañana de Pascua y su pena se volvió alegría cuando vio el sepulcro vacío. Una madre es devota y sigue a sus hijos tanto en las buenas como en las malas. Que ejemplo maravilloso de maternidad tenemos cuando consideramos la vida de María, la madre de Jesús. Demos gracias a Dios por entregarnos una Madre tan buena y no nos olvidemos de decir: ¡¡Te queremos Madre nuestra!!
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