sábado, 5 de mayo de 2012

“ Dulce virgen María, escucha mi oración. Hoy, en tu día, quiero cantarte mi canción, quiero alabarte como a tu hijo, quiero que guíes mis pasos y que me arrulles en tus brazos si de tristeza estoy llorando. Madre mía, sé que escuchas mi voz, te he contado todos mis deseos entre cantos y sollozos y como aquel día que bajaste del cielo, sé que Tú bajaste a mi corazón y te instalaste en mi vida llenándola de alegría y amor. ”



         El amor y cuidado de una madre comienza incluso antes de nacer. Con María comienza con una humilde obediencia a la voluntad de Dios. Cuando ella aprendió su papel de traer a Jesús al mundo, ella le contestó al ángel: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra". Tan asustada como ella debería haber estado por ver un ángel, ella respondió el llamado de Dios al deber. Ella cuidó de su hijo todavía no nacido cuando ella visitó a su prima Isabel. Incluso mientras ella estaba embarazada, ayudaba a su prima en los últimos meses antes de que Isabel diera a luz a Juan el Bautista. María siguió las costumbres de adoración cuando trajo a Jesús para ser circuncidado de acuerdo con la ley.

María protegió al bebé Jesús del daño huyendo a Egipto cuando un ángel le advirtió a José que el Rey Herodes trataría de destruirlo.. Ella llevó a Jesús a la Fiesta de Pascua donde él permaneció en el templo cuando tenía doce años. Era importante para ella llevar al niño al templo, así como las madres llevan hoy a la iglesia a sus hijos. Ella atendió la bodas de Caná y alentó a su hijo para realizar su primer milagro. Las madres nos animan para que hagamos lo mejor. Ella siempre estaba atenta para su seguridad. Una vez, cuando él tenía mucha gente siguiéndolo ellos no podían entrar a la casa porque estaba muy llena, y ella quería estar segura que él estaba bien. Las madres naturalmente estarán atentas para nuestra seguridad. 

María siguió a Jesús a la cruz y observó horrorizada como ellos crucificaban al Señor de la Vida. Ella amó a su hijo y debe haber llorado mientras que él confió su cuidado a Juan. Ella visitó el sepulcro en la mañana de Pascua y su pena se volvió alegría cuando vio el sepulcro vacío. Una madre es devota y sigue a sus hijos tanto en las buenas como en las malas. Que ejemplo maravilloso de maternidad tenemos cuando consideramos la vida de María, la madre de Jesús. Demos gracias a Dios por entregarnos una Madre tan buena y no nos olvidemos de decir: ¡¡Te queremos Madre nuestra!!

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