Esta es la historia de un muchachito que tenía muy mal
carácter. Su padre le dio una bolsa de clavos y le dijo que cada vez que
perdiera la paciencia, debería clavar uno detrás de la puerta.
El primer día, el muchacho clavó 37 clavos.
Durante los días que siguieron, a medida que aprendía a
controlar su temperamento, clavaba cada vez menos.
Descubrió que era más fácil dominarse que clavar clavos
detrás de la puerta.
Llegó el día en que pudo controlar su carácter durante todo
el día.Su padre le sugirió que retirara un clavo por cada día que
lograra dominarse.
Los días pasaron, y pudo anunciar a su padre que no quedaban clavos por retirar.
El hombre lo tomó de la mano, lo llevó hasta la puerta y le
dijo: “Has trabajado duro, hijo mío, pero mira esos hoyos en la madera: nunca
más será la misma.
Cada vez que pierdes la paciencia, dejas cicatrices como las
que aquí ves. Puedes insultar a alguien y retirar lo dicho, pero la cicatriz
perdurará para siempre”.
Es una historia preciosa... cuando la leo me doy cuenta de lo poco pacientes que somos algunas veces y lo facil que nos es depertar nuestro mal genio... :-) muchos besos a todas/os y saludos desde ourense
ResponderEliminarA Jesús por María....
Lourdes
Es una historia que nos contó nuestro director espiritual en uno de sus allocutios impartidos para acercarnos al verdadero sentido de la Cuaresma.
ResponderEliminarMarina A.N.